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viernes, 31 de diciembre de 2010

L'aprenentatge.

Estudiar català no estava entre els meus plans. De fet, va ser la meva dona qui va animar-me a fer-ho. Jo estava preparant les oposicions a profesor de Llengua y Literatura quan ella va suggerir-me la idea i, tot seguit, l'estiu del 98 vaig començar a estudiar Gramàtica catalana.
En general, és molt semblant a la castellana i es diferencia, sobretot, en el lèxic, més proper al francès.
El que resulta curiós és que per a la prova oral vaig preparar el mateix tema que van preguntar-me el dia de l'examen i això va facilitar molt les coses. El resultat va ser que vaig entrar en tercer i vaig treure el certificat de català elemental que em donava un punt per a la fase de concurs.
Un cop n'havia fet de tants amics a la Escola d'Idiomas, com havia de deixar-ho. Vaig continuar fins acabar cinquè per a obtenir així el diploma de català.
Va ser una gran experiència aprendre català, però, de cert, no trobo molta gent amb qui parlar-ne. Així que, de tant en tant, marxo de vacances a Catalunya i tracto de parlar amb la gent i de llegir tot el que estigui al meu abast.
Espero que gràcies a aquest espai arribi a algú amb qui pugui establir una conversa en català, és clar, però també en castellà.

jueves, 30 de diciembre de 2010

behind the wheel. depeche mode.



Desgraciadamente el vídeo que acompañó esta canción ha sido retirado de youtube y no podemos disfrutar de él. Nos conformaremos con este directo.

He aquí la letra:

My little girl,
drive anywhere,
do what you want.
I don't care.
Tonight
I'm in the hands of fate,
I hand myself
over on a plate,
now.

Oh, little girl,
there are times when I feel
I'd rather not be
the one behind the wheel.
Come,
pull my strings,
watch me move.
I do anything,
please.

Sweet little girl,
I prefer
you behind the wheel
and me the passenger.
Drive,
I'm yours to keep,
do what you want.
I'm going cheap
tonight.

You're behind the wheel tonight.

Como siempre, os la ofrezco para que aportéis vuestra opinión y posibles cambios en la traducción que propongo. He aquí mi traducción:

Mi pequeña,
conduce a cualquier lado,
haz lo que quieras
porque esta noche
me da igual.
Estoy en manos del destino
y me ofrezco
en bandeja
ahora.

Oh, pequeña,
Hay momentos en los que
no me importaría
no ser el que conduce.
Ven,
Maneja mis hilos,
mira cómo me muevo,
y hago de todo.
Por favor.

Dulce niña,
Prefiero
que tú estés al volante
e ir yo de pasajero.
Conduce,
soy todo tuyo,
haz lo que quieras
porque estoy entregado
esta noche.

Tú irás al volante esta noche.

No parece muy complicado. Lo que en el vídeo parecía carente de fondo, cobraba una gran intensidad gracias a la letra.

domingo, 26 de diciembre de 2010

Salutacions

Estimats amics,
Sóc un madrileny que parla català. Això sona una mica estrany, però és veritat. A simple vista, algú podria dir que sóc un boig maniàtic o podria especular sobre les veritables raons per les quals vaig capficar-m´hi en n'aprendre. No cal que les expliqui per a defensar-me de res, sinó com a presentació de mi mateix.
Quan aprens una llengua, forma part de tu, modifica la teva manera de pensar, de veure i d'entendre el món. En aquest cas, el català va servir-me per a apropar-me a la realitat catalana, a més d'entendre Espanya.
Per això, vull compartir aquest espai amb tots aquells que parlen català o volen interessar-se per la realitat catalana en el context d'Espanya.

sábado, 11 de diciembre de 2010

¿Quién sabe? Guy de Maupassant

¿Quién sabe? es el título de uno de los relatos de este autor francés de la segunda mitad del siglo XIX. Guy de Maupassant describe una manera de ser ante la vida y, sobre todo, ante los demás, una manera de ser con la que me siento identificado para lo bueno y para lo malo. Por eso he seleccionado este fragmento:
"He sido siempre un introvertido, un soñador, una especie de filósofo desarraigado, lleno de sentimientos afables, satisfecho con poco, y sin resentimiento particular alguno contra los hombres o contra el destino. Toda mi vida viví solo porque la presencia de otras personas me producía un agudo estado de incomodidad. ¿Cómo podría explicarlo? No es que rehuyera ver a la gente, hablar con ella, o cenar con los amigos. Pero cuando llevaba un tiempo haciéndolo, incluso con aquellos con los que me sentía más compenetrado, me aburrían, me fatigaban en extremo y me ponían nervioso, invadiéndome unos deseos enormes de perderlos de vista, o de irme yo y quedar solo por completo.
Esta tendencia al alejamiento es más que un deseo; representa, en mí, una irresistible necesidad. [...]
En el mundo viven dos especies de personas: los que necesitan a los demás, que se sienten entretenidos, ocupados y vivificados por ellos, y que se encuentran aburridos, exhaustos y enervados por la soledad como si se tratara de subir un glaciar terrible o de atravesar el desierto; y aquéllos a quienes su prójimo les resulta fastidios y agotador, y que hallan paz en el aislamiento y son tranquilizados por la soledad y actividad imaginativa de sus cerebros.
Este es un fenómeno físico normal. Los unos están hechos para vivir de forma extrovertida y los otros introvertida. Yo mismo tengo una cierta capacidad de atención para con los demás, pero en cuanto he llegado al límite de la misma, mi cuerpo y mi mente sufren una angustia intolerable."

El resto del relato es mejor que lo leáis vosotros mismos. Y, cuidado, que no os roben los muebles.

/www.ciudadseva.com/textos/cuentos/fran/maupassa/quien.htm

viernes, 12 de noviembre de 2010

wrong



I was born with the wrong sign,
in the wrong house,
with the wrong ascendency,
I took the wrong road
that led to
the wrong tendencies,
I was in the wrong place,
at he wrong time
for the wrong reason
and the wrong rhyme,
on the wrong day
of the wrong week,
used the wrong method
with the wrong technique.
Wrong.
There's something wrong with me chemically,
something wrong with me inherently,
the wrong mix,
in the wrong genes,
I reached the wrong ends
by the wrong means.
It was the wrong plan
in the wrong hands,
for the wrong man,
the wrong eyes
on the wrong prize,
the wrong questions
with the wrong replies.
Wrong.
I was marching to the wrong drum,
with the wrong scum,
pissing out the wrong energy,
using all the wrong lines
and the wrong signs,
with the wrong intensity.
I was on the wrong page
of the wrong book,
with the wrong rendition
of the wrong look,
wtih the wrong moon
every wrong night,
with the wrong tune playing
till it sounded right, yeah.
Wrong
Too long.

Permitidme, queridos amigos, presentaros la letra de una de las canciones que mejor reflejan la fatalidad del ser humano y la consciencia de encarnar un destino aciago. O simplemente, la expresión de una certeza y una frustración, en definitiva, la conclusión de quien juzga su vida como un cúmulo de errores en cadena.
Resulta interesante traducir esta canción porque "wrong" deberá traducirse cada vez de un modo diferente para adaptarse al contexto.
Propongo a mis lectores que lo intenten.

En cualquier caso propongo la siguiente traducción:


Nací bajo un signo aciago, en una familia que no me correspondía, bajo un ascendiente funesto. Tomé el camino equivocado que me condujo a tener inclinaciones poco recomendables. Estuve en el lugar menos propicio, inoportunamente, sin razón ni motivo aparente, el día de la semana equivocada utilizando un método y una técnica erróneos. Equivocado.
Hay algo químicamente incorrecto en mi interior, algo inherentemente erróneo, una combinación imprecisa en unos genes inadecuados. Perseguí objetivos perversos a través de medios inmorales. Se trataba de un plan horrendo manejado por alguien malvado, la horrible teoría de un hombre pérfido, el premio equivocado para unos ojos cegados, la pregunta improcedente con una respuesta inadecuada. Equivocado.
Caminé obsesivamente junto a la peor canalla, vomitando mi cólera, siguiendo cualquier indicio y pista incorrectos con desaforado denuedo. Estuve en la página errónea de un libro prohibido bajo el influjo de una luna adversa noche tras noche sin pretenderlo, ensayando una melodía malsonante para que sonara correctamente, sí. Equivocado. Durante mucho tiempo.

A ver si me ayudáis.

martes, 2 de noviembre de 2010

Frómista, Úbeda y Pesadas de Burgos.

La villa palentina de Frómista debe su nombre al repoblador y fundador, Frumista, voz que procede del germánico fruma, "el más valiente". Sin embargo otros lo derivan del latin frumentum, "trigo", de donde deriva frumentaria, es decir, Formentera. Desde luego que merece la pena visitar su iglesia.

Úbeda, en la privincia de Jaén, tiene orígenes prerromanos. Quizá proceda de Ubeta, nombre que sugiere el río Betis (Guadalquivir), que discurre cercano.
Los árabes la llamaron Obdah, de donde ha derivado el nombre actual.
Úbeda y Baeza son una de esas maravillas que hay que visitar alguna vez en la vida. Contemplar los olivares que rodean ambas localidades es una maravilla. No me extraña que Antonio Machado gustara de realizar largos paseos entre una y otra ciudad.

Respecto a Pesadas de Burgos, puedo decir que hay topónimos que llevan a engaño por etimología popular. Naturalmente que podemos bromear sobre el tema, pero esta localidad es interesante porque "pesar" priviene del latín pensare, de donde deriva "pensar". Sin embargo, pensare también tenía las acepciones de juzgar, apreciar, valorar, meditar, compensar, pagar, cambiar, comprar o rescatar, además de pensar.
Yo me inclinaría por la actividad mercantil, por el trueque, o puede que el nombre venga de pesar mercaderías. Pero sí, el topónimo es gracioso, algo parecido a lo que pasa con Aveinte, en la provincia de Ávila, que curiosamente está a veinte kilómetros de Ávila.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Halloween

Que se metan Halloween donde les quepa, sería emplear una expresión un tanto agresiva que no sé si merece el costumbrismo celta y anglosajón.
Supongo que el cine norteamericano ha tenido mucho que ver en que ahora nuestros jóvenes adolescentes piensen en el 31 de octubre como la fiesta de Halloween y no en el 1 de noviembre como la festividad de los Difuntos. Que mis alumnos no sepan qué es comulgar o santiguarse, pero estén preparados para saltar esa noche la tapia del instituto, soltar petardos y tirar huevos en la fachada, o romper lo que se les antoje, entra dentro del nuevo costumbrismo, de la cultura de consumo y del todo vale con tal de divertirse y no me toques los cojones con tus moralinas. "Es que es Halloween y ya está".
Comprendo que para estas nuevas generaciones de maleducados, hijos de padres desentendidos, lo de honrar a los familiares muertos, tíos, abuelos, padres, etc, no es divertido porque no incluye bailar sobre la tumba o pisotear las flores.
Y es que hoy en día no hay que tomarse nada en serio, ni siquiera a la muerte, de modo que este Halloween importado, con su márketing y su impronta televisiva es el sustituo del día de Todos los Santos y podría convertirse en uno de los mandamientos de la sociedad futura. Trick or treat? ¿A que mola?

lunes, 25 de octubre de 2010

Toponimia

Asunto apasionante éste de la toponimia, nombres que guardan el secreto de nuestros orígenes, la esencia fundacional de nuestros pueblos. Nombres tan elocuentes como herméticos que hablan a las claras o se muestran reservados ante aquéllos que desean conocer su identidad.
Entre la Geografía y la Historia de la Lengua, cada topónimo se aferra a un periodo de nuestra Historia y también de nuestra intrahistoria.
Comencemos pues con este poema de Miguel de Unamuno para que cada cual añada como comentario el topónimo que sienta más cercano así como la explicación de tu etimología.

Ávila, Málaga, Cáceres,
Játiva, Mérida, Córdoba,
Ciudad Rodrigo, Sepúlveda,
Úbeda, Arévalo, Frómista,
Zumárraga, Salamanca,
Turégano, Zaragoza,
Lérida, Zamarramala
Arrancudiaga, Zamora.
Sois nombres de cuerpo entero,
libres, propios, los de nómina,
el tuétano intraductible
de nuestra lengua española.

viernes, 22 de octubre de 2010

Antología poética de Miguel Hernández (1º E.S.O).

Poesías de Miguel Hernández

SILBOS. (1933-34)

EL SILBO DEL DALE


Dale al aspa, molino,
hasta nevar el trigo.

Dale a la piedra, agua,
hasta ponerla mansa.

Dale al molino, aire,
hasta lo inacabable.

Dale al aire, cabrero,
hasta que silbe tierno.

Dale al cabrero, monte,
hasta dejarle inmóvil.

Dale al monte, lucero,
hasta que se haga cielo.

Dale, Dios, a mi alma
hasta perfeccionarla.

Dale que dale, dale
molino, piedra, aire,
cabrero, monte, astro,
dale que dale largo.

Dale que dale, Dios,
¡ay!
Hasta la perfección.
¿Cuándo aceptarás, yegua,
el rigor de la rienda?

¿Cuándo, pájaro pinto,
a picotazo limpio

romperás tiranías
de jaulas y de ligas,

que te hacen imposibles
los vuelos más insignes

y el árbol más oculto
para el amor más puro?

¿Cuándo serás, cometa,
para función de estrella,

libre por fin del hilo
cruel de otro albedrío?

¿Cuándo dejarás, árbol,
de sostener, buey manso,

el yugo que te imponen
climas, raíces, hombres,

para crecer atento
sólo al silbo del cielo?

¿Cuándo, pájaro, yegua,
cuándo, cuándo, cometa,

¡ay!, ¿cuándo, cuándo, árbol?
¡Ay! ¿cuándo, cuándo, cuándo?

Cuando mi cuerpo vague,
¡ay!
asunto ya del aire.

EL RAYO QUE NO CESA (1934-35)

Umbrío por la pena, casi bruno,
porque la pena tizna cuando estalla,
donde yo no me hallo no se halla
hombre más apenado que ninguno.

Sobre la pena duermo solo y uno,
pena es mi paz y pena mi batalla,
perro que ni me deja ni se calla,
siempre a su dueño fiel, pero importuno.

Cardos y penas llevo por corona,
cardos y penas siembran sus leopardos
y no me dejan bueno hueso alguno.

No podrá con la pena mi persona
rodeada de penas y cardos:
¡cuánto penar para morirse uno!


Como el toro he nacido para el luto
y el dolor, como el toro estoy marcado
por un hierro infernal en el costado
y por varón en la ingle con un fruto.
Como el toro lo encuentra diminuto
todo mi corazón desmesurado,
y del rostro del beso enamorado,
como el toro a tu amor se lo disputo.
Como el toro me crezco en el castigo,
la lengua en corazón tengo bañada
y llevo al cuello un vendaval sonoro.
Como el toro te sigo y te persigo,
y dejas mi deseo en una espada,
como el toro burlado, como el toro.
ELEGÍA
(En Orihuela, su pueblo y el mío, se
me ha muerto como del rayo Ramón
Sijé, con quien tanto quería.)
Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.

Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas

daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.

Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.

No hay extensión más grande que mi   herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.

Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.

Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.

No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.

En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.

Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.

Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.

Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera

de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.

Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irán a cada lado
disputando tu novia y las abejas.

Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.

A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.

SINO SANGRIENTO

De sangre en sangre vengo
como el mar de ola en ola,
de color de amapola el alma tengo,
de amapola sin suerte es mi destino,
y llego de amapola en amapola
a dar en la cornada de mi sino.

Criatura hubo que vino
desde la sementera de la nada,
y vino más de una,
bajo el designio de una estrella airada
y en una turbulenta y mala luna.

Cayó una pincelada
de ensangrentado pie sobre mi vida,
cayó un planeta de azafrán en celo,
cayó una nube roja enfurecida,
cayó un mar malherido, cayó un cielo.

Vine con un dolor de cuchillada,
me esperaba un cuchillo a mi venida,
me dieron a mamar leche de tuera,
zumo de espada loca y homicida,
y al sol el ojo abrí por vez primera
y lo que vi primero era una herida
y una desgracia era.

Me persigue la sangre, ávida fiera,
desde que fui fundado,
y aun antes de que fuera
proferido, empujado
por mi madre a esta tierra codiciosa
que de los pies me tira y del costado,
y cada vez más fuerte, hacia la fosa.

Lucho contra la sangre, me debato
contra tanto zarpazo y tanta vena,
y cada cuerpo que tropiezo y trato
es otro borbotón de sangre, otra cadena.

Aunque leves, los dardos de la avena
aumentan las insignias de mi pecho:
en él se dio el amor a la labranza,
y mi alma de barbecho
hondamente ha surcado
de heridas sin remedio mi esperanza
por las ansias de muerte de su arado.

Todas las herramientas a mi acecho:
el hacha me ha dejado
recónditas señales,
las piedras, los deseos y los días
cavaron en mi cuerpo manantiales
que sólo se tragaron las arenas
y las melancolías.
Son cada vez más grandes las cadenas,
son cada vez más grandes las serpientes,
más grande y más cruel su poderío,
más grandes sus anillos envolventes,
más grande el corazón, más grande el mío.

En su alcoba poblada de vacío,
donde sólo concurren las visitas,
el picotazo y el color de un cuervo,
un manojo de cartas y pasiones escritas,
un puñado de sangre y una muerte conservo.

¡Ay sangre fulminante,
ay trepadora púrpura rugiente,
sentencia a todas horas resonante
bajo el yunque sufrido de mi frente!

La sangre me ha parido y me ha hecho preso,
la sangre me reduce y me agiganta,
un edificio soy de sangre y yeso
que se derriba él mismo y se levanta
sobre andamios de huesos.

Un albañil de sangre, muerto y rojo,
llueve y cuelga su blusa cada día
en los alrededores de mi ojo,
y cada noche con el alma mía,
y hasta con las pestañas lo recojo.

Crece la sangre, agranda
la expansión de sus frondas en mi pecho
que álamo desbordante se desmanda
y en varios torvos ríos cae deshecho.

Me veo de repente,
envuelto en sus coléricos raudales,
y nado contra todos desesperadamente
como contra un fatal torrente de puñales.
Me arrastra encarnizada su corriente,
me despedaza, me hunde, me atropella,
quiero apartarme de ella a manotazos,
y se me van los brazos detrás de ella,
y se me van las ansias en los brazos.

Me dejaré arrastrar hecho pedazos,
ya que así se lo ordenan a mi vida
la sangre y su marea,
los cuerpos y mi estrella ensangrentada.
Seré una sola y dilatada herida
hasta que dilatadamente sea
un cadáver de espuma: viento y nada.

VIENTO DEL PUEBLO (1937)
Vientos del pueblo me llevan
Vientos del pueblo me llevan,
vientos del pueblo me arrastran,
me esparcen el corazón
y me aventan la garganta.
Los bueyes doblan la frente,
impotentemente mansa,
delante de los castigos:
los leones se levantan
y al mismo tiempo castigan
con su clamorosa zarpa.
No soy de un pueblo de bueyes
que soy de un pueblo que embargan
yacimientos de leones,
desfiladeros de águilas
y cordilleras de toros
con el orgullo del asta.
Nunca medraron los bueyes
en los páramos de España.
¿Quién habló de echar un yugo
sobre el cuello de esta raza?
¿Quién ha puesto al huracán
jamás ni yugos ni trabas,
ni quién al rayo detuvo
prisionero en una jaula?
Asturianos de braveza,
vascos de piedra blindada,
valencianos de alegría
y castellanos de alma,
labrados como la tierra
y airosos como las alas;
andaluces de relámpago,
nacidos entre guitarras
y forjados en los yunques
torrenciales de las lágrimas;
extremeños de centeno,
gallegos de lluvia y calma,
catalanes de firmeza,
aragoneses de casta,
murcianos de dinamita
brutalmente propagada,
leoneses, navarros, dueños
del hambre, el sudor y el hacha,
reyes de la minería,
señores de la labranza,
hombres que entre las raíces,
como raíces gallardas,
vais de la vida a la muerte,
vais de la nada a la nada:
yugos os quieren poner
gentes de la hierba mala,
yugos que habéis de dejar
rotos sobre sus espaldas.
Crepúsculo de los bueyes
está despuntando el alba.
Los bueyes mueren vestidos
de humildad y olor a cuadra:
las águilas, los leones
y los toros de arrogancia,
y detrás de ellos el cielo
ni se enturbia ni se acaba.
La agonía de los bueyes
tiene pequeña la cara,
la del animal varón
toda la creación agranda.
Si me muero, que me muera
con la cabeza bien alta.
Muerto y veinte veces muerto,
la boca contra la grama,
tendré apretados los dientes
y decidida la barba.
Cantando espero la muerte,
que hay ruiseñores que cantan
encima de los fusiles
y en medio de las batallas.
EL NIÑO YUNTERO
Carne de yugo, ha nacido
más humillado que bello,
con el cuello perseguido
por el yugo para el cuello.
Nace, como la herramienta,
a los golpes destinado,
de una tierra descontenta
y un insatisfecho arado.
Entre estiércol puro y vivo
de vacas, trae a la vida
un alma color de olivo
vieja ya y encallecida.
Empieza a vivir y empieza
a morir de punta a punta
levantando la corteza
de su madre con la yunta.
Empieza a sentir, y siente
la vida como una guerra,
y a dar fatigosamente
en los huesos de la tierra.
Contar sus años no sabe,
y ya sabe que el sudor
es una corona grave
de sal para el labrador
Trabaja, y mientras trabaja
masculinamente serio,
se unge de lluvia y se alhaja
de carne de cementerio.
A fuerza de golpes, fuerte,
y a fuerza de sol, bruñido,
con una ambición de muerte
despedaza un pan reñido.
Cada nuevo día es
más raíz, menos criatura,
que escucha bajo sus pies
la voz de la sepultura.
Y como raíz se hunde
en la tierra lentamente
para que la tierra inunde
de paz y panes su frente.
Me duele este niño hambriento
como una grandiosa espina,
y su vivir ceniciento
revuelve mi alma de encina.
Lo veo arar los rastrojos,
y devorar un mendrugo,
y declarar con los ojos
que por qué es carne de yugo.
Me da su arado en el pecho,
y su vida en la garganta,
y sufro viendo el barbecho
tan grande bajo su planta.
¿Quién salvará a este chiquillo
menor que un grano de avena?
¿De dónde saldrá el martillo
verdugo de esta cadena?
Que salga del corazón
de los hombros jornaleros,
que antes de ser hombres son
y han sido niños yunteros.
CANCIÓN DEL ESPOSO SOLDADO
He poblado tu vientre de amor y sementera
he prolongado el eco de sangre a que respondo
y espero sobre el surco como el arado espera:
he llegado hasta el fondo.
Morena de altas torres, alta luz y ojos altos,
esposa de piel, gran trago de mi vida,
tus pechos locos crecen hacia mi dando saltos
de cierva concebida.
Ya me parece que eres un cristal delicado,
temo que te me rompas al más leve tropiezo
y a reforzar tus penas con mi piel de soldado
fuera como el cerezo.
Espejo de mi carne, sustento de mis alas,
te doy vida en la muerte que me dan y no tomo.
Mujer, mujer te quiero cercado por las balas,
ansiado por el plomo.
Sobre los ataúdes feroces en acecho,
sobre los mismos muertos sin remedio y sin fosa
te quiero, y te quisiera besar con todo el pecho
hasta en el polvo, esposa.
Cuando junto a los campos de combate te piensa
mi frente que no enfría ni aplaca tu figura,
te acercas hacia mí como una loca inmensa
de hambrienta dentadura.
Escríbeme a la lucha, siénteme en la trinchera:
aquí con el fusil tu nombre evoco y fijo,
y defiendo tu vientre de pobre que me espera,
y defiendo tu hijo.
Nacerá nuestro hijo con el puño cerrado,
envuelto en un clamor de victoria y guitarras,
y dejaré a tu puerta mi vida de soldado
sin colmillos ni garra.
Es preciso matar para seguir viviendo.
Un día iré a la sombra de tu pelo lejano,
y dormiré en la sábana de almidón y de estruendo
cosida por tu mano.
Tus piernas implacables al parto van derechas,
y tu implacable boca de labios indomables,
y ante mi soledad de explosiones y de brechas
recorres un camino de besos implacables.
Para el hijo será la paz que estoy forjando.
Y al fin en océano de irremediables huesos
tu corazón y el mío naufragarán, quedando
una mujer y un hombre gastados por los besos.
EL HOMBRE ACECHA (1937-39)
CARTA.
El palomar de las cartas
abre su imposible vuelo
desde las trémulas mesas
donde se apoya el recuerdo,
la gravedad de la ausencia,
el corazón, el silencio.

Oigo un latido de cartas
navegando hacia su centro.

Donde voy, con las mujeres
y con los hombres me encuentro,
malheridos por la ausencia,
desgastados por el tiempo.

Cartas, relaciones, cartas:
tarjetas postales, sueños,
fragmentos de la ternura
proyectados en el cielo,
lanzados de sangre a sangre
y de deseo a deseo.

Aunque bajo la tierra
mi amante cuerpo esté,
escríbeme a la tierra,
que yo te escribiré.

En un rincón enmudecen
cartas viejas, sobres viejos,
con el color de la edad
sobre la escritura puesto.
Allí perecen las cartas
llenas de estremecimientos.
Allí agoniza la tinta
y desfallecen los pliegos,
y el papel se agujerea
como un breve cementerio
de las pasiones de antes,
de los amores de luego.

Aunque bajo la tierra
mi amante cuerpo esté,
escríbeme a la tierra,
que yo te escribiré.

Cuando te voy a escribir
se emocionan los tinteros:
los negros tinteros fríos
se ponen rojos y trémulos,
y un claro calor humano
sube desde el fondo negro.
Cuando te voy a escribir,
te van a escribir mis huesos:
te escribo con la imborrable
tinta de mi sufrimiento.

Allá va mi carta cálida,
paloma forjada al fuego,
con las dos alas plegadas
y la dirección en medio.
Ave que solo persigue,
para nido aire y cielo,
carne, manos, ojos tuyos
y el espacio de tu aliento.
Y te quedarás desnuda
dentro de tus sentimientos,
sin ropa, para sentirla
del todo contra tu pecho.

Aunque bajo la tierra
mi amante cuerpo esté,
escríbeme a la tierra,
que yo te escribiré.

Ayer se quedó una carta
abandonada y sin dueño,
volando sobre los ojos
de alguien que perdió su cuerpo.
Cartas que se quedan vivas
hablando para los muertos:
papel anhelando, humano,
sin ojos que puedan verlo.

Mientras los colmillos crecen,
cada vez más cerca siento
la leve voz de tu carta
igual que un clamor inmenso.
La recibiré dormido,
si no es posible despierto.
Y mis heridas serán,
los derramados tinteros,
las bocas estremecidas
de rememorar tus besos,
y con su inaudita voz
han de repetir: te quiero.
EL TREN DE LOS HERIDOS
Silencio que naufraga en el silencio
de las bocas cerradas de la noche.
No cesa de callar ni atravesado.
Habla el lenguaje ahogado de los muertos.

Silencio.
Abre caminos de algodón profundo,
amordaza las ruedas, los relojes,
detén la voz del mar, de la paloma:
emociona la noche de los sueños.
Silencio.
El tren lluvioso de la sangre suelta,
el frágil tren de los que se desangran,
el silencioso, el doloroso, el pálido,
el tren callado de los sufrimientos.
Silencio.
Tren de la palidez mortal que asciende:
la palidez reviste las cabezas,
el ¡ay! la voz, el corazón la tierra,
el corazón de los que malhirieron.
Silencio.
Van derramando piernas, brazos, ojos,
van arrojando por el tren pedazos.
Pasan dejando rastros de amargura,
otra vía láctea de estelares miembros.
Silencio.
Ronco tren desmayado, envejecido:
agoniza el carbón, suspira el humo
y, maternal, la máquina suspira,
avanza como un largo desaliento.
Silencio.
Detenerse quisiera bajo un túnel
la larga madre, sollozar tendida.
No hay estaciones donde detenerse,
si no es el hospital, si no es el pecho.
Silencio.
Para vivir, con un pedazo basta:
en un rincón de carne cabe un hombre.
Un dedo solo, un solo trozo de ala
alza el vuelo total de todo un cuerpo.
Silencio.
Detened ese tren agonizante
que nunca acaba de cruzar la noche.
Y se queda descalzo hasta el caballo,
y enarena los cascos y el aliento.
EL HERIDO
Para el muro de un hospital de sangre.

I

Por los campos luchados se extienden los heridos.
Y de aquella extensión de cuerpos luchadores
salta un trigal de chorros calientes, extendidos
en roncos surtidores.

La sangre llueve siempre boca arriba, hacia el cielo.
Y las heridas suenan, igual que caracolas,
cuando hay en las heridas celeridad de vuelo,
esencia de las olas.

La sangre huele a mar, sabe a mar y a bodega.
La bodega del mar, del vino bravo, estalla
allí donde el herido palpitante se anega,
y florece, y se halla.

Herido estoy, miradme: necesito más vidas.
La que contengo es poca para el gran cometido
de sangre que quisiera perder por las heridas.
Decid quién no fue herido.

Mi vida es una herida de juventud dichosa.
¡Ay de quien no esté herido, de quien jamás se siente
herido por la vida, ni en la vida reposa
herido alegremente!

Si hasta a los hospitales se va con alegría,
se convierten en huertos de heridas entreabiertas,
de adelfos florecidos ante la cirugía,
de ensangrentadas puertas.

II

Para la libertad sangro, lucho, pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.

Para la libertad siento más corazones
que arenas en mi pecho: dan espumas mis venas,
y entro en los hospitales, y entro en los algodones
como en las azucenas.

Para la libertad me desprendo a balazos
de los que han revolcado su estatua por el lodo.
Y me desprendo a golpes de mis pies, de mis brazos,
de mi casa, de todo.

Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.

Retoñarán aladas de savia sin otoño
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida.
Porque soy como el árbol talado, que retoño:
porque aún tengo la vida.
CANCIONERO Y ROMANCERO DE AUSENCIAS. (1938-41)
El cementerio está cerca
de donde tú y yo dormimos,
entre nopales azules,
pitas azules y niños
que gritan vívidamente
si un muerto nubla el camino.

De aquí al cementerio, todo
es azul, dorado, límpido.
Cuatro pasos, y los muertos.
Cuatro pasos, y los vivos.

Límpido, azul y dorado,
se hace allí remoto el hijo.
TRISTES GUERRAS

Tristes guerras
si no es amor la empresa.
Tristes, tristes.

Tristes armas
si no son las palabras.
Tristes, tristes.

Tristes hombres
si no mueren de amores.
Tristes, tristes.
Aunque tú no estás, mis ojos
de ti, de todo, están llenos.
No has nacido sólo a un alba,
sólo a un ocaso no he muerto.

El mundo lleno de ti
y nutrido el cementerio
de mí, por todas las cosas,
de los dos, por todo el pueblo.

En las calles voy dejando
algo que voy recogiendo:
pedazos de vida mía
perdidos desde muy lejos.
.
Libre soy en la agonía
y encarcelado me veo
en los radiantes umbrales,
radiantes de nacimientos.

Todo está lleno de mí:
de algo que es tuyo y recuerdo
perdido, pero encontrado
alguna vez, algún tiempo.

Tiempo que se queda atrás
decididamente negro,
indeleblemente rojo,
dorado sobre tu cuerpo.

Todo está lleno de ti,
traspasado de tu pelo:
de algo que no he conseguido
busco entre tus huesos.
Déjame que me vaya,
madre, a la guerra.
Déjame, blanca hermana,
novia morena.
Déjame.
Y después de dejarme
junto a las balas,
mándame a la trinchera
besos y cartas.
Mándame.
GUERRA
Todas las madres del mundo,
ocultan el vientre, tiemblan,
y quisieran retirarse,
a virginidades ciegas,
el origen solitario
y el pasado sin herencia.
Pálida, sobrecogida
la fecundidad se queda.
El mar tiene sed y tiene
sed de ser agua la tierra.
Alarga la llama el odio
y el amor cierra las puertas.
Voces como lanzas vibran,
voces como bayonetas.
Bocas como puños vienen,
puños como cascos llegan.
Pechos como muros roncos,
piernas como patas recias.
El corazón se revuelve,
se atorbellina, revienta.
Arroja contra los ojos
súbitas espumas negras.

La sangre enarbola el cuerpo,
precipita la cabeza
y busca un hueco, una herida
por donde lanzarse afuera.
La sangre recorre el mundo
enjaulada, insatisfecha.
Las flores se desvanecen
devoradas por la hierba.
Ansias de matar invaden
el fondo de la azucena.
Acoplarse con metales
todos los cuerpos anhelan:
desposarse, poseerse
de una terrible manera.

Desaparecer: el ansia
general, creciente, reina.
Un fantasma de estandartes,
una bandera quimérica,
un mito de patrias: una
grave ficción de fronteras.
Músicas exasperadas,
duras como botas, huellan
la faz de las esperanzas
y de las entrañas tiernas.
Crepita el alma, la ira.
El llanto relampaguea.
¿Para qué quiero la luz
si tropiezo con tinieblas?

Pasiones como clarines,
coplas, trompas que aconsejan
devorarse ser a ser,
destruirse, piedra a piedra.
Relinchos. Retumbos. Truenos.
Salivazos. Besos. Ruedas.
Espuelas. Espadas locas
abren una herida inmensa.

Después, el silencio, mudo
de algodón, blanco de vendas,
cárdeno de cirugía,
mutilado de tristeza.
El silencio. Y el laurel
en un rincón de osamentas.
Y un tambor enamorado,
como un vientre tenso, suena
detrás del innumerable
muerto que jamás se aleja.
ÚLTIMOS POEMAS
A MI HIJO

Te has negado a cerrar los ojos, muerto mío,
abiertos ante el cielo como dos golondrinas:
su color coronado de junios, ya es rocío
alejándose a ciertas regiones matutinas.

Hoy, que es un día como bajo la tierra, oscuro,
como bajo la tierra, lluvioso, despoblado,
con la humedad sin sol de mi cuerpo futuro,
como bajo la tierra quiero haberte enterrado.

Desde que tú eres muerto no alientan las mañanas,
al fuego arrebatadas de tus ojos solares:
precipitado octubre contra nuestras ventanas,
diste paso al otoño y anocheció los mares.

Te ha devorado el sol, rival único y hondo
y la remota sombra que te lanzó encendido;
te empuja luz abajo llevándote hasta el fondo,
tragándote; y es como si no hubieras nacido.

Diez meses en la luz, redondeando el cielo,
sol muerto, anochecido, sepultado, eclipsado.
Sin pasar por el día se marchitó tu pelo;
atardeció tu carne con el alba en un lado.

El pájaro pregunta por ti, cuerpo al oriente,
carne naciente al alba y al júbilo precisa;
niño que sólo supo reír, tan largamente,
que sólo ciertas flores mueren con tu sonrisa.

Ausente, ausente, ausente como la golondrina,
ave estival que esquiva vivir al pie del hielo:
golondrina que a poco de abrir la pluma fina,
naufraga en las tijeras enemigas del vuelo.

Flor que no fue capaz de endurecer los dientes,
de llegar al más leve signo de la fiereza.
Vida como una hoja de labios incipientes,
hoja que se desliza cuando a sonar empieza.

Los consejos del mar de nada te han valido...
Vengo de dar a un tierno sol una puñalada,
de enterrar un pedazo de pan en el olvido,
de echar sobre unos ojos un puñado de nada.

Verde, rojo, moreno: verde, azul y dorado;
los latentes colores de la vida, los huertos,
el centro de las flores a tus pies destinado,
de oscuros negros tristes, de graves blancos yertos.

Mujer arrinconada: mira que ya es de día.
(¡Ay, ojos sin poniente por siempre en la alborada!)
Pero en tu vientre, pero en tus ojos, mujer mía,
la noche continúa cayendo desolada.
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NANAS DE LA CEBOLLA.
La cebolla es escarcha
cerrada y pobre.
Escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda.

En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar
cebolla y hambre.

Una mujer morena
resuelta en lunas
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete niño
que te traigo la luna
cuando es preciso.

Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.

Es tu risa la espada
más victoriosa,
vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.

Desperté de ser niño:
nunca despiertes.
Triste llevo la boca:
ríete siempre.
Siempre en la cuna
defendiendo la risa
pluma por pluma.

Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.

Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.

Vuela niño en la doble
luna del pecho:
él, triste de cebolla,
tú satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.

Miguel Hernández

Con motivo del centenario del nacimiento del poeta alicantino Miguel Hernández, se están celebrando multitud de actos conmemorativos en los que se divulga la vida y la obra del malogrado autor.
El curso pasado, con mis alumnos de 1º de E.S.O. tuve ocasión de repasar su periplo vital y también de disfrutar con su poesía, aciaga, llena de fatalidad, de amor y compromiso.
No me resultó tarea fácil la de hacer de editor de una pequeña antología que fuimos leyendo a lo largo del último trimestre de curso, pero aposté por una vía intermedia entre lo esencial y lo didáctico, habida cuenta de que se trata de chicos de doce o trece años. En cualquier caso, fue mi aportación personal, y opté por prescindir de la etapa gongorina, por razones evidentes.
Entonces, nos quedaba muy lejos el 30 de octubre, fecha del centenario de su nacimiento, y hoy, que estamos a punto de llegar a esa fecha, quiero dejar mi antología como homenaje al poeta soldado, al hombre, al marido y al padre que lo perdió todo en defensa de unos ideales.

martes, 19 de octubre de 2010

En la cuerda floja

No sé si en mi vida ha habido una serie de coincidencias que yo considero significativas o es que éstas se producen habitualmente y somos nosotros los que les damos un significado especial, quizá para llenar de mayor sentido a nuestras vidas.
Hoy quisiera destacar que al igual que nace mi blog, también muere otro que para mí tiene un gran valor porque es el que durante varios años ha desarrollado mi amiga Elena.
He de decir que la tuve como seguidora un solo día, pero ayer decidió cerrar su blog, y me he quedado a la espera de que se sume alguno más. No obstante, en mi perfil está el enlace para el que quiera leer tantos y tantos artículos que hablan de experiencias personales en las que se conjuga el sentimiento y la costumbre con la opinión. Una española en Hamburgo.

Bienvenida

Desconocidos lectores:

Me presento ante vosotros con una gran incertidumbre sobre lo que pueda ser de este blog. No negaré que tengo pensados varios temas sobre los que podria hablar y sobre los que me apetece hablar, pero no quisiera adelantar nada para no resultar pretencioso.
Del título puedo decir que refleja un anhelo de vanguardia y un compromiso con los temas de la Hispania fecunda que se hace ibérica y atlántica a un tiempo.
Me doy la bienvenida y doy la bienvenida a todos aquellos que quieran aproximarse a mí.
Gracias por adelantado.