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jueves, 15 de junio de 2017

Tan cerca de mí, tan lejos de todo.

Mientras lees esa novela
bajo la sombrilla azul a rayas,
con tus gafas de sol tintadas
y tu sombrero de papel favorito,
tus pies remueven la arena
y la horadan continuamente
en un surco vertical que vas trazando
como si buscases el frescor
del agua filtrada.

Ensimismada en la lectura que sostienen tus manos,
apoyas el libro entre las piernas desnudas
y la tela del bañador que cubre tu vientre.
El mar colma los sentidos,
su incesante murmullo
envuelve cada línea, cada párrafo
que recorren tus ojos
y cuando te detienes y alzas la mirada,
y tus dedos acarician la piel de esa página,
me pregunto qué estarás pensando,
qué circunstancia, qué personaje
anida entre el horizonte y tus yemas
para dejarte anclada de una reflexión o de un recuerdo.
Pero yo me callo y permanezco en silencio.

La gente pasea con aire cansado.
Tú la observas con quietud y aparente indiferencia
y juegas con la esquina de esa página
que te cuesta pasar,
detenida en tus pensamientos,
entre el pulgar y el índice,
tan cerca de mí, tan lejos de todo.


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